El destino Serra da Estrela es una zona completa con una amplia oferta de lugares y rutas turísticas que merece la pena conocer.
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Es en esta sierra donde se encuentra el punto más alto de Portugal continental, a 2000 m de altitud, conocido como “Torre”. Es un lugar de visita obligada en invierno para los amantes de la nieve y los deportes de invierno.
Sin embargo, la Serra también nos ofrece otros encantos en otras épocas del año. En primavera somos testigos de la abundancia de agua en los distintos manantiales y ríos que aquí nacen, de la presencia de una variada flora que da más color a un suelo claramente duro, y vemos los rebaños de ovejas pacientemente custodiados por los pastores.
No deje de explorar el valle glaciar del Zêzere, así como las diversas formaciones de granito que abundan en el paisaje. Estos son algunos de los escenarios idílicos que ofrece la montaña y ante los que es imposible quedarse indiferente.
Considerada la ciudad con la mayor elevación de Portugal, ubicada a 1056 m de altitud, también es conocida por las 5 F: “Farta, Fria, Forte, Fiel y Formosa” que hacen justicia a sus características. Una ciudad moderna, con patrimonio histórico de gran interés, destacándose su Catedral y el conjunto histórico amurallado.
Considerada una de las puertas de entrada a la Serra da Estrela, Covilhã es hoy una ciudad joven y dinámica gracias a la Universidad de Beira Interior, pero en el pasado fue un importante centro industrial dedicado a los productos de lana y un punto integrante de la Ruta de la Trashumancia de los Pastores. Como testigo de este pasado histórico, es posible visitar el Museo de las Fábricas de Lana, inaugurado donde antiguamente se ubicaba la antigua Real Fábrica de los Paños, fundada en el siglo XVIII por orden del Marqués de Pombal.
Se encuentra a 700 metros de altitud, en una de las laderas de la Serra da Estrela, orientada al este, lo que permite a sus visitantes apreciar el magnífico paisaje que la rodea.
El pueblo judío tuvo una gran influencia en la Península Ibérica desde la fundación de Portugal, ya que contribuyó a poblar el territorio conquistado a los moros y obtuvo a cambio la protección real.
El legado judío marcó especialmente la Beira Interior, concretamente Trancoso, Guarda, Belmonte, Sabugal y Covilhã, localidades en las que hoy todavía encontramos rastros de su presencia en los antiguos barrios y casas donde vivían, y donde su identidad religiosa y cultural era más notable.
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